El abrió la puerta tan sonriente y me invito a pasar, el saludo de
amigos de toda la vida, el beso en la mejilla con el abrazo
correspondiente y el disfrazado interés por las cosas que hemos hecho
con sus respectivos motivos ocultos.
Y empezamos a escoger la película que íbamos a ver: una romántica? No!
Una de acción? No pues! Una de horror? No, no son buenas, Una comedia?
Ya, será!
Y con la película en mano y frente a
frente, mirándonos a los ojos con una mirada de complicidad única, nos
empezamos a besar, y con su genial y animalesco estilo, el me acorralo
contra la pared, chocándonos con todos y cada uno de los muebles del
departamento; y ya ahí acorralada y dejándome llevar, nos besamos
desenfrenadamente, ahí contra la pared, sus manos dibujaban mi cuerpo
una y otra vez, y mis manos necesitaban hacer lo mismo, entonces la
película cayo al piso y, ahí contra la pared, mis manos sintieron sus
perfectos brazos y su ancha espalda, su esculpido abdomen y su apretable
trasero; y mientras el mordía mi cuello con canina insistencia,
nuestras caderas se movían bajo un ritmo muy circular, ahí contra la
pared, mis piernas subieron a su cintura obligándolo a no dejar espacio
entre el y yo, mientras que toda su ropa iba cayendo al piso sobre la
película, y mi pequeño vestido, como perfecto cómplice, se levantaba,
dejando que nuestros desesperados esfuerzos por sentirnos den sus
frutos; y ahí contra la pared, y sudando por la calentura y el esfuerzo
físico, y con nuestras caderas bailando perfectamente al mismo ritmo y
sin que falten los besos apasionados, las uñas en la espalda y las
mordidas espontaneas, entre gritos ahogados y gemidos de placer, ahí
contra la pared, terminamos exhaustos, y cuando ya todo había terminado
nos dejamos caer al piso.
En el piso, recuperando el aliento y algunas prendas, nos miramos y nos
sonreímos con nuestra única complicidad, y El me pregunto: “te gusto la
película?” y entre risas le respondí: “estuvo genial! aunque bastante
porno no?”
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