liga de la lujuria

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miércoles, 31 de agosto de 2011

pasa en las peliculas, pasa en la vida, pasa en TNT

Habían golpeado ya las catorce campanadas en la torre de la catedral mientras a algunos kilómetros mas allá Helena dejaba un beso flotando sobre el pavimento en media avenida, rumbo a la universidad; Paris llego para preguntar cuál era el procedimiento para alejarse por culpable.
Pasillos vacios evidenciaban el arribo de las vacaciones, el pronto alejamiento de veteranos y neófitos guerreros, sus besos llamaban a juegos de roces y desgloses de piel y pasión. Paris la engatuso llevándola a descubrir los corredores de una fantasmal facultad. El viento atravesaba entre las pocas ventanas mal clausuradas dejando ver el sensual baile de las cortinas, el vaivén de sus caderas simuladas.
Alcanzaron las puertas del cuarto de baño, se adentraron entre besos mudos como los nuevos golpes del campanario, un cubículo amplio con un espejo sostenido sobre la pared, ella apoyada sobre la puerta asegurando la privacidad del encuentro, Paris sostenía sus piernas temblorosas, ella las ataba a la altura de sus caderas, labios con sabor a vinagre en heridas de pañuelo de estación, ardorosos, licenciosos.
Dejaron caer sus prendas sobre las baldosas relucientes, dedos espías en cuerpo ajeno, ambas manos en una misión suicida, astronautas con dirección al calor del sol en su núcleo. Paris escribió versos de un encuentro fugaz en la que había sido su casa de estudio, recuerdos disecados que se reemplazarían, esos juegos infantiles que serian desplazados por la lujuria de besos con ansiedad de placer.
Entre sollozos de delectación Helena alcanzo a oír la proximidad de pasos de uno de los guardias del castillo, sus besos se suspendieron del otro lado de la puerta, escondió ella su presencia tras el cuerpo de Paris, el guardia se acerco y golpeo dos veces a la puerta; los nervios mezclaban el sudor frio con las gotas de calor q aun reposaban sobre su pecho a medio vestir. Paris respondió declarando estar ocupado, sus nervios se dibujaban en una mueca con ilusión de sonrisa.
Ella temblaba, el sonreía, Paris abrió cautelosamente la puerta del pequeño ambiente en el que se encontraban ambos cuerpos, salió y verifico que el guardia de armadura de tela haya abandonado el recinto, prorrumpió y comprobó lo mismo a través del pasillo, se alejo de allí para esperar el encuentro con Helena del otro lado de campus.
Al dar con su cómplice le recito al oído: “pasa en las películas, pasa en la vida, pasa en TNT”

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