liga de la lujuria

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jueves, 6 de octubre de 2011

Psj. Sinpudor


Se cubría el brazo para estornudar en sincronía con el beso de mis labios en el vaso de vodka con jugo de naranja; llevaba una nueva píldora a su boca, era la quinta en menos de media hora, el frio de la imperial ciudad la había sacudido y causado un resfriado inagotable. Su leggins negros cubría sus piernas, una chompa colorida dividida en trazos horizontales, su cabello desordenado, sus ojos perdidos en los efectos de una leve sobredosis de antigripales. Errada receta.
Un pantalón descolorido, jean negro casi gris con una perforación causada por la quemadura de un poco de marihuana; una chompa delgada de azul y plomo, su rostro deformado por la ingesta de alcohol, el mismo peinado que me acompañaba desde que mis recuerdos lo permitían.
Ella parecía estar dormida sobre una silla en la casi desolada sala,  los padres de su mejor amiga, mi prima, tomando juntos; una pareja más y un moreno actuando de mal tercio.
Los efectos del alcohol me invadieron pronto, decidí subir a sentarme al tejado y observar la ciudad a mis pies, mi tío y su antigua pareja habían decidido escapar de las miradas inquisidoras de los invitados, ahora solo éramos cinco los ocupantes de la sal, y yo seguía en lo más alto del tejado, mis cuatro compañeros hablando al mismo tiempo con frases inentendibles, asumo que tratando de lograr que retorne a un piso firme.
Decidí que era hora de irme, pero que no quería ir a dormir solo, me puse de pie sobre el techo de la casa y empecé el descenso, la humedad del tejado hizo que me precipitara tras resbalar, el rostro de mis guardianes expreso el susto de una tempestuosa caída sobre el pavimento algunos metros más abajo. Me incorpore y seguí descendiendo por el tejado.
Llegue y le pedí que saliéramos juntos, ella asintió como lo hacía cada que le pedía algo, empezamos a caminar por las calles casi vacías, de pronto nos detuvimos en la esquina de mi destino, nos miramos y empezamos a besar, cada beso contenía mayor pasión que el anterior, entonces decidí llevarla contra la pared de mi vecino, espere un poco para asegurarme que nadie viera, la bese y comencé a tocar los pechos, ella me ataba a su pecho con mayor fuerza, tome su espalada y deje caer mis manos sobre su trasero. Ella se giro para ver de frente la pared mientras yo podía apreciar su espalda, sus manos dedujeron sus leggins hasta poco más arriba de sus rodillas, el mismo movimiento apresurado para dejar en la misma posición su ropa interior.
Bajo el cierre de mi pantalón, y con sus manos sustrajo mi pene, se pego haciendo que su piel roce la mía, comenzó a besarme girando su cabeza sobre su cuello sin la necesidad de pegar su pecho al mío, me jalo contra la piel rosada pálida de su trasero desnudo, doble mis rodillas para encontrar el modo de penetrarla sin hacer mayores malabares. Me guio con sus dedos hasta la profundidad de su entrepierna, de pronto estaba dentro suyo, fuera de casa.
Aun nos besábamos, ella movía sus caderas acercándolas y alejándolas de la pared, sus manos tomaban mis manos, sus labios mordían los míos y el frio de la noche en la calle se disipaba junto con el pudor de un muchacho reprimido.
Parecía que sus gemidos trataban de decirme algo, no entendía sus palabras semimudas, su expresión de placer y algo que no lograba descifrar. Entonces la habitación del segundo piso a mis espaldas se ilumino, me congele en medio de tanto fulgor, ella no pretendió detenerse, entonces al ver que nadie aproximaba su inoportuno rostro por la ventana seguimos con nuestro jamming en la vía publica. Sudamos juntos mientras jugábamos a conocernos, sus gemidos se hacían cada segundo incontenibles, sus movimiento de caderas invito a las mías a hacer de nuestro juego un juego algo más rudo. Entonces exultantes besos se unieron mientras ella humedecía sus piernas y yo me rendía ante su luz.
Acomodamos nuestras prendas y seguimos el camino a mi cama, para tratar de descansar juntos.

martes, 4 de octubre de 2011

Y volvió a suceder

Hora de almuerzo, regresaba a casa después de haber realizado distintas operaciones por el centro de la ciudad, llegue a la puerta del condominio, me quede dialogando con el portero, un gran amigo debo decir, de pronto, una chica cruzó la puerta, exactamente era ella, la chica que ayude con el estrés.

Se me acerco y saludó, correspondí al saludo cortésmente, empezamos a tomar el mismo camino, nos detuvimos en la puerta de su depa, se me insinuaba de manera provocadora, no podía contenerme y hacía lo mismo con ella. Pregunté si alguien había en su casa, sin respuesta alguna tomó mi mano y abrió una puerta y me arrastró hacia dentro.

Nos dirigimos a la sala, deje mis cosas en la mesa y ella empezó a besarme, nos besamos como si no nos hubiésemos visto en años, deje sus besos por un segundo y miré hacia la ventana que da al pasadizo del edificio, me sentía incómodo y le dije que cerrase las cortinas, ella lo hizo sin reproches, regresó hacia mí y continuamos con aquella sesión de placer que empezó días atrás.

Sin perder el tiempo, comenzó a quitarme la casaquilla que traía puesta, hice lo mismo con su bolero, la recosté sobre el sofá y con finas caricias se iba perdiendo en ese hermoso sentimiento, continué con el polo, se lo arranché y ella hizo lo mismo con el mío, quedamos descubiertos y continuaba besando y acariciando sus pechos, ella se iba hundiendo más y más en el placer del momento, se levantó del sofá y yo quede recostado, comenzó besando mi torso, baja poco a poco y besaba suavemente, empezaba a perder el control junto con ella.

Llegó al ras de la bermuda con la que me encontraba, empezó a bajarla poco a poco, continuaba besando y bajando hasta quedar yo sin la bermuda y en bóxer, empezó a acariciar mi pene por encima de mi prenda íntima; me senté, la levante y la volví a recostar en el sofá, no dudé en quitarle el pantalón, se lo arrebaté y la deje al igual que yo en prendas menores, recorrí sus piernas con besos y caricias hasta llegar a la zona púbica, su respiración se aceleraba, yo gozaba con ello, deslicé mi mano por debajo de sus bragas, ella perdió el control por completo e hizo lo mismo conmigo, me levante por un segundo para quitarle las bragas, quité sus bragas y mi bóxer, sin perder tiempo comenzamos con el coito.

Ella recostada y yo encimado en ella, los movimientos se hacían más intensos conjuntamente nuestros susurros, cansados de la misma posición decidí levantarme; me puse de pie y la tenía colgada de mi cuello, no perdíamos el ritmo y los movimientos eran más intensos, sus gemidos se intensificaban, ambos jadeábamos llenos de placer y volvimos a sofá.

Seguíamos con el acto y de un momento a otro escuché el sonar de unas llaves y me detuve, quedé frío, y di un par de pasos atrás, ella se levantó y se paró delante de mí, esperamos unos segundos y nos dimos cuenta que no era nadie que viviera en el departamento, mi susto se había pasado y continuamos, la puse en “cuatro” y retomamos el acto.

Poco a poco aceleraba más y ella gemía al mismo ritmo, mientras más rápido iba más llegábamos al clímax del acto. Tocamos el punto máximo y poco a poco nos deteníamos, quedamos quietos y ambos nos levantamos, la abracé y nos sentamos en el sofá, desnudos ambos pregunté a qué hora regresaban sus papás, a lo que respondió diciendo “vistámonos de una vez”. Ni corto ni perezoso hice caso de inmediato, buscaba mi ropa por toda la sala mientras ella exclamaba con una sonrisa llena de satisfacción - “ves, volvió a suceder” – la miré y solo sonreí.

Terminé de vestirme, cogí mis cosas y salí del departamento, no dijimos más palabras, un beso fue el adiós.