liga de la lujuria

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martes, 4 de octubre de 2011

Y volvió a suceder

Hora de almuerzo, regresaba a casa después de haber realizado distintas operaciones por el centro de la ciudad, llegue a la puerta del condominio, me quede dialogando con el portero, un gran amigo debo decir, de pronto, una chica cruzó la puerta, exactamente era ella, la chica que ayude con el estrés.

Se me acerco y saludó, correspondí al saludo cortésmente, empezamos a tomar el mismo camino, nos detuvimos en la puerta de su depa, se me insinuaba de manera provocadora, no podía contenerme y hacía lo mismo con ella. Pregunté si alguien había en su casa, sin respuesta alguna tomó mi mano y abrió una puerta y me arrastró hacia dentro.

Nos dirigimos a la sala, deje mis cosas en la mesa y ella empezó a besarme, nos besamos como si no nos hubiésemos visto en años, deje sus besos por un segundo y miré hacia la ventana que da al pasadizo del edificio, me sentía incómodo y le dije que cerrase las cortinas, ella lo hizo sin reproches, regresó hacia mí y continuamos con aquella sesión de placer que empezó días atrás.

Sin perder el tiempo, comenzó a quitarme la casaquilla que traía puesta, hice lo mismo con su bolero, la recosté sobre el sofá y con finas caricias se iba perdiendo en ese hermoso sentimiento, continué con el polo, se lo arranché y ella hizo lo mismo con el mío, quedamos descubiertos y continuaba besando y acariciando sus pechos, ella se iba hundiendo más y más en el placer del momento, se levantó del sofá y yo quede recostado, comenzó besando mi torso, baja poco a poco y besaba suavemente, empezaba a perder el control junto con ella.

Llegó al ras de la bermuda con la que me encontraba, empezó a bajarla poco a poco, continuaba besando y bajando hasta quedar yo sin la bermuda y en bóxer, empezó a acariciar mi pene por encima de mi prenda íntima; me senté, la levante y la volví a recostar en el sofá, no dudé en quitarle el pantalón, se lo arrebaté y la deje al igual que yo en prendas menores, recorrí sus piernas con besos y caricias hasta llegar a la zona púbica, su respiración se aceleraba, yo gozaba con ello, deslicé mi mano por debajo de sus bragas, ella perdió el control por completo e hizo lo mismo conmigo, me levante por un segundo para quitarle las bragas, quité sus bragas y mi bóxer, sin perder tiempo comenzamos con el coito.

Ella recostada y yo encimado en ella, los movimientos se hacían más intensos conjuntamente nuestros susurros, cansados de la misma posición decidí levantarme; me puse de pie y la tenía colgada de mi cuello, no perdíamos el ritmo y los movimientos eran más intensos, sus gemidos se intensificaban, ambos jadeábamos llenos de placer y volvimos a sofá.

Seguíamos con el acto y de un momento a otro escuché el sonar de unas llaves y me detuve, quedé frío, y di un par de pasos atrás, ella se levantó y se paró delante de mí, esperamos unos segundos y nos dimos cuenta que no era nadie que viviera en el departamento, mi susto se había pasado y continuamos, la puse en “cuatro” y retomamos el acto.

Poco a poco aceleraba más y ella gemía al mismo ritmo, mientras más rápido iba más llegábamos al clímax del acto. Tocamos el punto máximo y poco a poco nos deteníamos, quedamos quietos y ambos nos levantamos, la abracé y nos sentamos en el sofá, desnudos ambos pregunté a qué hora regresaban sus papás, a lo que respondió diciendo “vistámonos de una vez”. Ni corto ni perezoso hice caso de inmediato, buscaba mi ropa por toda la sala mientras ella exclamaba con una sonrisa llena de satisfacción - “ves, volvió a suceder” – la miré y solo sonreí.

Terminé de vestirme, cogí mis cosas y salí del departamento, no dijimos más palabras, un beso fue el adiós.

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